19 enero 2006

CONTRA LA HOMOFOBIA



La reciente conmemoración del natalicio de Martin Luther King Jr. invita a reflexionar sobre el compromiso individual que tenemos cada uno para luchar contra cualquier forma de discriminación y racismo.

En EU, donde hace 50 años la segregación racial era una realidad, es indiscutible que se han logrado grandes avances si se considera que hoy en día hay mayor conciencia sobre la importancia de tratar a todos por igual, al margen de su origen étnico, su color de piel, sus creencias religiosas o sus preferencias sexuales.

Aunque sin duda persisten serias desigualdades y no toda la gente actúa con sensibilidad hacia estos temas, al menos en este país las leyes condenan severamente el racismo y la discriminación. No sucede así, por desgracia, en países como México, donde abiertamente se discrimina a los más vulnerables como son las mujeres, los pobres, los indígenas, los discapacitados y los homosexuales.

Este último grupo no sólo es objeto de rechazo sino, a menudo, de una clara persecución debido a que la homosexualidad todavía se considera tabú en muchos círculos.

El caso de Gerardo Eliú Domínguez (cuya historia han recogido algunos medios en México) es un claro ejemplo de ello. Durante las vacaciones de fin de año, este joven empresario estaba hospedado con su pareja en un conocido hotel de Cabo San Lucas, en Baja California Sur. Una mañana decidieron meterse a la alberca y, mientras estaban aquí, Gerardo le dio un beso en los labios a su compañero. "No fue para nada algo apasionado, sólo un gesto de cariño", dice el joven.

La expresión de afecto, sin embargo, bastó para que los guardias de seguridad del hotel les cayeran encima inmediatamente. "Sin mayores explicaciones, y a la vista de todos, nos insultaron, nos sacaron por la fuerza de la alberca y nos empezaron a golpear. A mi novio lo azotaron contra el piso y perdió el conocimiento por unos minutos. Después, a los dos nos sacaron a la calle y nos dejaron ahí, golpeados, en traje de baño y sin darnos permiso ni siquiera de recoger nuestras cosas".

Lo más increíble de todo, según Gerardo, es que nadie movió un dedo por ellos. "Pedimos hablar con el gerente del hotel y, para nuestra sorpresa, salió un hombre que (en lugar de apoyarnos) simplemente nos dijo que no iba a permitir que nos hospedáramos ahí y nos dejó nuestras maletas en plena calle".

Gerardo y su compañero han entablado ya una demanda contra el hotel, cuya administración niega tajantemente lo ocurrido. Ahora sólo resta ver qué resultados arrojan las investigaciones y seguir muy de cerca cómo actúa el Poder Judicial. Cabe esperar que, de ser ciertas las acusaciones hechas por Gerardo Eliú, las autoridades sancionen severamente a la administración del hotel para que esto sirva de precedente. Es intolerable que, en pleno siglo XXI, se siga tratando impunemente a los homosexuales como si fuesen criminales.

Información extraida de: La Opinion

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