13 marzo 2007

SAN FRANCISCO. UN VECINDARIO SE NIEGA A MORIR



El distrito Castro lucha por mantenerse como meca del mundo homosexual ante el ascenso y caída de comunidades minoritarias

Aunque es un día de semana de invierno, el distrito Castro está lleno de energía, en su mayor parte masculina. Hombres que caminan de la mano, pasean perros o conversan en cafés son desde hace mucho tiempo la principal atracción en un vecindario conocido como la meca del mundo homosexual.

Sin embargo, donde los visitantes ven un monumento vivo al orgullo homosexual, el antiguo líder de la comunidad Brian Basinger ve un enclave cultural que corre el riesgo de convertirse en una descolorida pieza de museo, o peor aún, un lugar en el que los hombres que aman a hombres quizás sientan un día que no les corresponde estar allí.

"Cuando veo a una persona paseando con un carrito de bebé, lo veo como alguien que expulsó a una persona con sida, equivocado o no", dijo Basinger, presidente del Club Democrático Lesbiano, Homosexual, Bisexual y Transexual Harvey Milk.

Durante más de 30 años, la mayoría de las grandes ciudades han tenido un distrito en el que de manera explícita o implícita se aceptaba que era el lugar al que se iba si se era homosexual: West Village y Chelsea en la ciudad de Nueva York, Dupont Circle en Washington, South End en Boston.

Pero a medida que los homosexuales y las lesbianas conquistan derechos legales y obtienen una mayor aceptación social, a los activistas de la comunidad les preocupa que los llamados "vecindarios homosexuales" pierdan importancia. Igual que la enorme bandera con el arco iris que ondea majestuosamente en la esquina marcando la entrada al distrito Castro, también están en una encrucijada histórica.

"Algunas personas dicen ?ya no necesitamos a Castro porque ahora San Francisco es nuestro Castro? ", dijo Don Romesburg, copresidente de la Sociedad Histórica de Homosexuales, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales.

Don Reuter, escritor de Nueva York que está realizando la investigación para un libro sobre el ascenso y la caída de una docena de vecindarios homosexuales en EU, observó la misma tendencia en ciudades tan distantes entre sí como New Orleans, Philadelphia y Seattle. Encontró lugares "tipo Disney, aptos a todo público" que anunciaban cadenas de tiendas, restaurantes que atraían a una clientela diversa sin "ninguna referencia al sexo".

"¿Qué es lo que hace homosexuales a esos vecindarios? No demasiado", concluyó Reuter, que vaticina que excepto Nueva York, San Francisco y un puñado de otras ciudades, los vecindarios con una presencia homosexual importante no sobrevivirán.

A comienzos de la década de 1970, un aire de abandono predominaba en distritos a los que se solía denominar "guetos homosexuales". Los hombres que habían mantenido ocultas sus orientaciones sexuales se deleitaban con la libertad de vivir libremente su homosexualidad por primera vez. La fiesta tuvo un doloroso final en la década de 1980 con el comienzo del sida, dijo Reuter, pero la crisis también fortaleció a las comunidades homosexuales al tiempo que las diezmó.

Ahora el temor al sida se redujo, los vecindarios se han tornado atractivos para los promotores e inversores que animan a las familias y a las parejas cuyos hijos ya abandonaron el hogar a que regresen a los centros de las ciudades, dijo Reuter.

Además de las brigadas de carritos para bebé en Castro, las señales de mal agüero incluyen las puertas de seguridad que un hotel local instaló el año pasado para evitar la búsqueda de compañeros sexuales y el reciente cierre de dos antiguas tiendas, una que vendía artículos de cuero y otra de productos para el baño. Las cadenas de tiendas nacionales como Pottery Barn y Diesel ocupan ahora destacados lugares en Castro.

Varias organizaciones sin fines de lucro que prestan servicios a la comunidad homosexual también se trasladaron a otros lugares debido al aumento en los alquileres. Mientras tanto, 500 apartamentos y condominios nuevos están planeados para la zona, la mitad de los cuales han sido designados como "viviendas familiares". Pero nadie sugiere que los heterosexuales se hayan apoderado de Castro aún.

Después del centro turístico Cape Cod de Provincetown, Massachusetts, el vecindario Castro tiene la concentración más alta de parejas del mismo sexo, según los cálculos del censo de 2005. San Francisco en su totalidad se sitúa en el primer lugar entre las ciudades donde 15% de la población son residentes homosexuales y lesbianas.

"Creo que las personas están buscando algo de qué preocuparse", dijo Betty Sullivan, escritora y productora de eventos que vive en Castro. "Tomo el hecho de que algunos heterosexuales quieran vivir aquí como un elogio".

Pero algunos activistas señalan a las ciudades con distritos homosexuales menos establecidos como una señal de lo que podría suceder.

El distrito Kuhio de Honolulu está vacío después de que sus bares para homosexuales se disiparan a finales de la década de 1980. En Midtown, Atlanta, que en algún momento fue la zona con más homosexuales de la ciudad, los clubes nocturnos para homosexuales se han convertido en condominios.

Cuando Basinger camina por Castro estos días, ve el edificio de apartamentos donde vio a sus amigos morir de sida y que hoy es demasiado costoso para personas jóvenes, ancianas o enfermas. O la esquina donde obtiene bostezos en respuesta a sus esfuerzos por organizar a la comunidad. Por la calle, las provocativas vitrinas de las tiendas de juguetes sexuales han generado quejas de los padres, tanto homosexuales como heterosexuales.

"Tenemos Chinatown, Japantown, y es importante para las comunidades minoritarias de este país tener un lugar donde puedan sentir que son mayoría", dijo Joe Curtin, un arquitecto que actúa como presidente de la Acción para la Planificación del Área Castro. "Pero si los quitáramos, todavía tendríamos a China y Japón. Si Castro deja de ser un vecindario homosexual, no quedaría nada más".

Desde 2000 al 2005, los 10 estados con los mayores aumentos en el porcentaje de parejas homosexuales pertenecen a la región central, dice Gary Gates, demógrafo del Williams Institute, un comité asesor de UCLA que se especializa en la orientación sexual y las leyes.

"Hace 30 años, si vivía en la región central y era homosexual, mi idea era mudarme a San Francisco o Nueva York", dijo Gates. "Ahora, una persona puede ir a Kansas City y encontrar una comunidad homosexual bastante activa y abierta".

Sandy Sachs, propietaria de un club nocturno en West Hollywood, una zona receptiva a los homosexuales, ha comenzado a promover noches de baile especiales para iraníes, israelíes y rusos heterosexuales ya que su clientela homosexual ha decaído. Los propietarios de clubes en otras ciudades le dijeron que estaban haciendo lo mismo.

"Todavía tengo noches para homosexuales en mi club, pero no es un lugar exclusivamente para homosexuales", dijo Sachs, que observó que muchos hombres homosexuales y lesbianas ahora prefieren encontrar a su posible pareja en internet. "La comunidad ya no apoya este tipo de cosa".

Otro factor que contribuye a lo que Reuter denomina la "involución" de los vecindarios homosexuales es la actitud de los homosexuales y lesbianas jóvenes que se sienten cómodos socializando con personas de diferentes géneros y orientaciones sexuales.

"No queremos aislarnos", dijo Matty Lamos, de 20 años, que se mudó a San Francisco de la cercana Petaluma hace tres años.

Basinger, Curtin y otros activistas de San Francisco concuerdan con que es bueno que las personas homosexuales no se sientan restringidas al distrito Castro, pero temen que las generaciones más jóvenes no valoren los esfuerzos que se hicieron para construir el vecindario.

"Cuando uno es una minoría, uno tiene que ser lo diferente, y Castro lo es", dijo. "Las personas que vienen aquí y colonizan Castro, están poniendo en práctica sus prioridades. Ya sean prioridades heterosexuales o económicas, no son nuestras prioridades".

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