30 abril 2007

DISCRIMINACIÓN



En el discurrir cotidiano, cualquiera de nosotros, conocemos a algún compañero, amigo o vecino homosexual y nos llama mucho la atención que, en pleno siglo XXI, haya aún algunos colectivos sociales, religiosos y políticos que no reconozcan la igualdad de derechos de todos los ciudadanos ante la Ley. En todos los lugares del mundo hay tanto personas heterosexuales como homosexuales. En muchos pueblos, estos últimos, padecen el rechazo de sus allegados, vecinos, familiares y compañeros de clase o de trabajo. Los tienen como bichos raros, como si su opción sexual fuese una plaga divina o una enfermedad. La Comarca del Barbanza (A Coruña), como otras de nuestro país, no podría ser diferente y estas personas, buenos profesionales, vecinos respetuosos y amigos fieles, prefieren mantenerse en el anonimato para no despertar la indiferencia de sus "respetables" vecinos. Todas esas personas que tanto desprecian a los gays y lesbianas, deberían tener un familiar directo con esa opción sexual para que pudiesen vivir, en primera persona, la "humillación" de sentirse desplazados e incluso verse obligados a abandonar su comarca o pueblo natal para rehacer sus vidas en las grandes urbes, donde la mayoría de la gente respeta a los demás simplemente por ser personas, sin tener en cuenta su lugar de nacimiento, el color de la piel, sus creencias o sus tendencias sexuales.

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