23 mayo 2007

LA CRUZADA ULTRACATÓLICA POLACA NO DA TREGUA



El gobierno polaco parece decidido a no dar la más mínima tregua en la cruzada ultracatólica que ha emprendido. El pasado fin de semana, el número tres del ejecutivo, el viceprimer ministro, Roman Giertych, definió a los homosexuales como "pederastas asquerosos", en el discurso que cerraba una marcha a favor de la familia tradicional celebrada en Varsovia. Los déficits democráticos de la Polonia de los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynskie, presidente y primer ministro respectivamente, empiezan a ser inquietantes hasta el extremo de que algunas voces, incluidas las de los expresidentes Walesa y Kwasniewski, han reclamado a la Unión Europea que exija al gobierno polaco mayores niveles de democracia.


CAZA DE BRUJAS Llueve sobre mojado. Los Kaczynskie pusieron en marcha hace unos meses una caza de brujas que afecta al pasado de 700.000 personas, nacidas antes de 1972 y que están obligadas por la ley a dar cuenta de si colaboraron en alguna ocasión con la policía política comunista. La insólita medida, que contraviene la doctrina europea en materia de derechos humanos y el respeto a la libertad individual que se asocia a todo régimen democrático, supuso el último capítulo de la cruzada anticomunista y nacionalista puesta en marcha por el ultraderechista partido Derecho y Justicia (DJ), al servicio de los Kaczynski, depositario de las peores tradiciones xenófobas de Europa oriental. Entre las potenciales víctimas de esta ley se encuentra el eurodiputado liberal y exministro de Exteriores de Polonia, Bronislaw Geremek, quien se niega a acatarla porque considera que viola los derechos cívicos. Con la ley polaca, Geremek podría perder su acta de eurodiputado, pero la eurocámara aún no se ha pronunciado.


SECTARISMO INCONTENIBLE Los diputados del DJ han dado pruebas ostensibles en Varsovia y en Bruselas de una orientación ideológica preñada de sectarismo incontenible. En los últimos meses, un obispo ha debido renunciar a la sede para la que fue nombrado, los ancianos que lucharon en España con las Brigadas Internacionales se han quedado sin pensión, unos 30 periodistas han perdido su trabajo en medios públicos y un clima de persecución y depuración se ha instalado en la universidad, la escuela y los tribunales. Una auténtica pesadilla para el país.

La incomodidad de la Unión Europea ante estos dislates es manifiesta. Quizás haya llegado el momento de aplicar a Polonia el mismo tratamiento de vigilancia intensiva que se prescribió a la Austria gobernada en coalición por los democristianos y el ultra Jörg Haider para moderar sus ímpetus. El 63% de los polacos, europeístas declarados, seguramente agradecerán el gesto.

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