06 diciembre 2007

El VIH: ¿producto de una conspiración o de la naturaleza?

Teorías conspirativas hay por doquier en este mundo y de todas las clases. Las hay políticas, científicas, amorosas, religiosas, de ovnis, etc. Pero mi columna de hoy no atañe al espacio ni a extraterrestres, o algo por el estilo. Se trata de una teoría que inquieta a la humanidad entera desde finales del siglo pasado, el origen del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), causante del temible Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El problema del origen del virus no es de poca monta, y hasta la fecha las teorías científicas no han logrado probar satisfactoriamente que el origen sea natural, y no artificial. Si es artificial, obviamente salió de algún laboratorio. Pero, ¿cuáles son los argumentos de uno y otro lado, para defender o negar la hipótesis en uno u otro sentido?


VIH: ¿virus artificial o natural?

La teoría más aceptada por la comunidad científica internacional es la de que el VIH proviene del África subsahariana, de ahí pasó a Haití y luego a Norteamérica. Los primeros hombres o mujeres infectados se habrían contagiado a partir de animales portadores de virus muy similares genotípicamente -en su genoma o código genético- al de la variante de la enfermedad humana. Esta teoría aceptada por la mayoría de los médicos del primer mundo, tiene varios problemas, o “eslabones perdidos”. Por un lado, hablamos de dos grandes subtipos del VIH, el 1 y el 2. El VIH-1 provendría de un contagio con el mono chimpancé, y el VIH-2 del mono mangabey.

De ser cierto, sería asombroso que de acuerdo a un complejo cálculo de probabilidades, estas dos variantes se desarrollaran justo a finales del siglo XX simultáneamente, pues no existen reportes previos de esta enfermedad. Los científicos además admiten el misterio de que el virus no enferme a nuestros primos primates, pero sí a los humanos: “Otra razón para creer que el virus tuvo su origen en África es la de que en el continente se registra una mayor variedad de especies del VIH que en cualquier otra parte del mundo. La mayor diversidad genética de un organismo se da en su zona de origen, puesto que las especies que emigran de esa zona de origen representan sólo una parte del total, no más de uno o dos grupos. Es más, efectivamente, los chimpancés viven en la región del África Central en que se detectaron los primeros casos de SIDA. Por último, parece que los chimpancés no caen enfermos de su propia variante de VIS, lo que da a entender que ellos y sus virus han evolucionado en paralelo".

El eslabón perdido

Un problema cardinal es el cómo funciona la infección por el VIH en realidad. Ambos subtipos poseen una serie de proteínas de superficie en su envoltura externa -las glicoproteínas gp120 y gp41, entre otras-, y mediante las cuales se acoplan y penetran las células que infectan. Estas proteínas actúan -entre otros- sobre los receptores de unas células de defensa humanas, los linfocitos T CD4. El CD4 es un receptor que caracteriza a éstas células dedicadas a dirigir la respuesta inmune contra microorganismos y partículas que reconocen como extrañas. Les dan la orden a otros linfocitos T (CD8) de matar células infectadas (respuesta celular), y a los linfocitos B les ordenan crear anticuerpos contra el patógeno (respuesta humoral). Al infectar al “general supremo del comando de la inmunidad”, el virus no sólo puede aplacar la respuesta inmune contra sí mismo, sino que además utiliza estas células de defensa como reservorio. Es decir, ahí se esconden algunas copias del virus y se replican sin ser detectadas. Es un virus muy sofisticado.

La mayoría de virus sí son detectados, y la respuesta de anticuerpos diezma el virus, pero no todo de él, como ya decía. Por eso las pruebas estándar para diagnosticar el VIH son exámenes que buscan anticuerpos contra el virus, como la prueba de Elisa-VIH. Si se da un positivo en esta primera prueba, se pasa al Western Blot-VIH, que detecta anticuerpos humanos dirigidos contra las glicoproteínas virales, precisamente. La acción selectiva sobre estos receptores celulares humanos, es lo que en principio diferencia al VIH de las variantes virales de de los simios “bajo sospecha”. En otras palabras, nunca se ha encontrado el VIH humano de cualquier tipo en un simio cualquiera de la naturaleza. Se han hallado virus parecidos desde el punto de vista fenotípico y genotípico. No idénticos, a no ser que se trate de animales de experimentación, inoculados artificialmente con el virus por científicos y/o médicos. De ahí que sería necesario que, una vez contraído el virus por un ser humano, mutara. Pero más complicado aún: la vía de transmisión es sexual y/o mediante el intercambio de flujos sanguíneos. Y hablamos de dos virus que evolucionaron por aparte, al mismo tiempo, y fueron transmitidos al hombre por diferentes especies animales.

Por otra parte las campañas a favor de la no discriminación de los pacientes con VIH/SIDA, siempre han sido enfáticas en que acciones como un beso, o el contacto físico de tipo no sexual son inocuos, y no constituyen factor de riesgo de ser contagiado, porque es necesario un contacto del virus con la sangre humana. Más aún, el virus causante del SIDA es específico a cada especie, lo que de acuerdo a los expertos en microbiología es una característica indiscutible de los retrovirus, la familia a la que pertenece este virus: “El virus de inmunodeficiencia de los simios (VIS) que se ha logrado aislar de los monos es especie-específico: en la naturaleza ningún retrovirus de un simio podría infectar a un humano [o viceversa], de hecho ni siquiera podría infectar a otras especies de monos, y además no existe un reservorio para el virus en los monos. Experimentalmente se ha logrado infectar a los chimpancés con el VIH, pero no han desarrollado SIDA”.

Las supuestas conspiraciones

Cuando se habla del origen artificial del VIH, casi siempre se piensa en algún científico loco e inescrupuloso norteamericano. De pronto ello se deba a tanta película que hay por ahí, de allí mismo. ¿Por qué no puede ser de cualquier otro país industrializado? En YouTube por ejemplo hay un video muy popular, según el cual el VIH podría haberse producido en un laboratorio productor de vacunas contra la polio. Pero no todo son especulaciones. Hace un año la cadena norteamericana de TV NBC transmitió una noticia según la cual la farmacéutica y multinacional BAYER supuestamente retiró del mercado un lote de medicamentos por contener el virus del VIH. Según esta noticia miles de personas habrían contraído el virus artificialmente. De manera que más allá de la discusión sobre su origen filogenético, es posible contraer el virus de fuentes insospechadas, de ser cierta esta noticia.

También existe una teoría según la cual el virus fue introducido en las vacunas supuestamente destinadas a prevenir el virus de la hepatitis B en África precisamente, junto a otras enfermedades tanto o más temibles como el virus del ébola. De ahí que los primeros casos provinieran de allí. Esta teoría es muy popular no sólo en África, sino entre la población hispana y afroamericana de los Estados Unidos, más allá de su asidero científico. Un estudio sociológico del gobierno norteamericano, efectuado mediante encuestas puerta a puerta en California y al azar, entre todas las etnias y barrios, encontró que el 27% de los afroamericanos creen que el VIH fue creado por el gobierno federal para exterminar la raza negra.

Hacia un visión más sincera y humana

Sea cual sea el origen geográfico del VIH-1 y del VIH-2, sea artificial o natural, muchos médicos y humanistas ven con preocupación lo que podría ser un caso de ciencia VS racismo. Y tienen razones contundentes, como que todos los estudios asumen tendenciosamente que el virus se originó en África, a pesar de que los primeros casos reportados se dieron en los ochenta, en California, Estados Unidos. Además al principio de la epidemia la gente del común consideró que el SIDA era una enfermedad exclusiva de hombres homosexuales, inclusive. Ello sólo contribuyó para que se diera la falsa seguridad de que ser heterosexual, o evitar trasfusiones sanguíneas, evitaba contraer la enfermedad.

Pero, peor aún, los científicos podrían tener un sesgo por racismo, voluntario o involuntario, al buscar sistemáticamente el origen de la enfermedad en países relegados del África o en la abandonada Haití, y exclusivamente ahí. ¿Será casualidad?: “Cuando la literatura científica que avala un origen africano del VIH, es examinada cuidadosamente, suena contradictoria, insustancial y poco convincente. La creencia de que la epidemia del SIDA se originó en África ha distorsionado la percepción en Occidente de la escala y forma de transmisión en África, y pareciera que las investigaciones están influenciadas por el racismo y no por la ciencia”. Lo anterior dicho por Rosalind Harrison-Chirimuuta y Richard Chirimuuta, una controvertida pareja de investigadores que han revisado innumerables fuentes científicas sobre el SIDA, y que creen que la discusión es importante, pues según ellos el desarrollo africano se está frenando, y las prioridades sobre asistencia y desarrollo para el tercer mundo se estarían desviando de esta manera a objetivos secundarios.

Por ejemplo se ha acusado a los gobiernos africanos de no reportar a todos los enfermos a la OMS, porque las predicciones epidemiológicas no satisfacen las expectativas y estimaciones de los científicos del primer mundo. Por otro lado la prueba de detección del Elisa-VIH, no sólo es costosa, sino muy inefectiva según ellos, pues se han reportado cantidades anómalas de falsos positivos justo en África. Así las cosas, la conspiración no sólo consistiría en el origen natural o artificial del virus, sino en una disculpa para continuar una discriminación racial sin precedentes, esa sí, claramente dirigida contra la raza negra.

Y es que ni los animales se han salvado de ser estigmatizados. Ahora resulta que el virus “ancestral” del VIH-1 fue supuestamente hallado en las heces frescas de unos 1300 chimpancés del Camerún, de acuerdo a un estudio de la Dra Beatrice Hahn de la Universidad de Alabama. Cazadores de estos animales se habrían infectado décadas atrás, lo cual constituiría de paso, una especie de “venganza de la naturaleza” contra los abusos y crueldades del hombre contra esta y otras especies animales, si de conspiraciones se tratara. Pero, si esto último fuera cierto, ¿igual qué culpa tienen los chimpancés de que los cacen? Ellos no piensan como nosotros.

Peor aún, ¿qué culpa tiene alguien de ser un hijo o hija de un paciente con VIH, o los millones de enfermos alrededor del mundo? Muchas madres con VIH le dan leche materna a sus pequeños, vía de contagio natural para muchos de los recién nacidos –el 75% nace sin el virus, aunque su madre sea portadora del virus o tenga SIDA y no haya recibido tratamiento alguno-. Pero las opciones en algunos lugares del África son el SIDA o el hambre. Por eso quiero dedicar este artículo a todos los enfermos y portadores del VIH, y a sus familias y seres queridos. Y espero que la comunidad científica esté a la altura de este reto, de derrotar no sólo al virus, sino la discriminación implícita, abandono social e intolerancia que giran alrededor del estigma de ser portador del VIH. Esa sí es una conspiración más que demostrada, y que debería ser motivo de vergüenza para todos nosotros, los integrantes de la orgullosa especie de primates del Homo sapiens sapiens.

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