Rodrigo, concejal de día, juerguista de noche
Su nombre de guerra es Mirko y se dedica a lo que se dedica, la prostitución masculina; es lo que vulgarmente se conoce como un chapero.
Conmigo se encaprichó, por llamarlo de alguna manera. Le conocí al poco de llegar a Mallorca y estuvimos juntos mucho tiempo, hasta hace pocos meses”. Mirko es un joven (24 años) suramericano de origen italiano que apenas lleva 30 meses en España. Mirko es sólo su nombre de guerra, porque en su oficio, la prostitución masculina, nadie usa su nombre verdadero. Sería una indiscreción en un mundo de por sí marginal y secreto. Así pueden anunciarse en los periódicos –como él mismo y sus amigos hacen en los diarios de las Baleares–, darse a conocer en los locales de ambiente o pasarse clientes de unos a otros de forma discreta mientras, por ejemplo, hacen al margen vida normal.
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